martes, 11 de junio de 2019

¿Qué es la acumulación por desposesión?


El estudio de los flujos de capital, así como las relaciones sociales y contradicciones inherentes a ellos, son uno de los puntos clave del pensamiento marxista. En la obra de Marx titulada “El Capital. Crítica de la economía política” [1] a través de la teoría del valor se explica de manera muy detallada el proceso por el cual el capital se transforma y se acumula siguiendo una lógica bien definida. Tradicionalmente, el concepto capital  no tiene una definición fija ni demasiado precisa. Siempre se entendió como “el conjunto de elementos necesarios para iniciar un proceso de producción”. Sin embargo, al introducir Marx la idea de valor social del trabajo, la definición de capital es distinta a la anteriormente comentada.

En todo proceso de producción capitalista es bien conocido el ciclo:

                            D --→ M --→ D’   siendo D<D’

donde el dinero toma la forma de mercancía y ésta al intercambiarse se transforma en más dinero que a su vez vuelve a entrar en la cadena de producción. En este proceso entran en juego variables como dinero, salario, trabajo, precio, pero sobre todo el concepto de  plusvalía, que es el generador de riqueza del capitalista. Es por ello por lo que decimos que el capital se puede definir como un valor que es capaz de producir más valor.

Esta visión “clásica” no explica de manera intrínseca ni tiene en cuenta realidades como la economía sumergida o la competencia entre productores independientes. Aun así, aunque el ciclo tenga otra forma con más ramas y variables, el resultado final es exactamente el mismo: vender a mayor precio de lo que costó hacerlo. Este ciclo en el que parte del capital se va acumulando y otra parte regresa a la cadena de producción (por ejemplo mejorando la maquinaria de la fábrica) es el conocido como proceso clásico de producción.

Una de las cuestiones fundamentales de este proceso tiene que ver con el cómo y dónde se va acumulando el capital. Particularmente interesante es la última parte del libro primero de El Capital (sección 7) en la que Marx nos explica cómo en realidad la acumulación de capital históricamente ha ocurrido de manera violenta y en muchos casos al margen de la legalidad y la ética. Lejos queda esa imagen del capitalista visto como persona ambiciosa, con visión de futuro y mente preclara que está destinada al éxito frente a otra gente que, al no tener esas cualidades, solo puede ser subordinada de los capitalistas. La realidad es muy diferente, puesto que el verdadero problema (lo que llaman pecado original del capitalismo) es el bloqueo violento al acceso de los medios de producción por parte de los obreros lo que define y mantiene bien separadas esas clases. Ya que el obrero está privado de tomar lo que garantizaría su supervivencia, la única manera que tiene de salir adelante es a través de la venta de su fuerza de trabajo. Por lo tanto, más que hablar de una acumulación de capital deberíamos decir que es una apropiación de capital. O dicho de otra manera: lo que genera la riqueza del capitalista no es el trabajo en sí, sino la apropiación del trabajo ajeno.

Los cambios en los mecanismos de producción crean nuevas formas de acumulación más sutiles y diferentes a la primitiva expuesta por Marx. Pongamos un ejemplo. Supongamos que una fábrica se dedica a producir calzado. El capitalista invierte en maquinaria, materiales, transporte, etc, para producir mercancías que luego vende en el mercado. A través de las ventas obtiene un beneficio, puesto que el precio de venta es superior al de producción. Con ese dinero que saca, el capitalista puede seguir generando más capital mejorando las máquinas de la fábrica o ampliando la cadena de producción. Otra parte se la queda y otra parte de esas ganancias puede destinarlas a invertirlas en fondos o en otro tipo de negocio especulativo. De esta manera habría una especie de equilibrio entre el capital destinado a la especulación y el destinado a la producción. El papel del obrero en este escenario clásico es claro: vender directamente su fuerza de trabajo en el centro de producción del calzado para que el capitalista obtenga beneficio a través de la plusvalía que genera y que así el ciclo no se detenga para poder sobrevivir.

Pero actualmente el equilibrio entre esos dos tipos de capital no existe, inclinándose la balanza en favor del capital especulativo. Hay varios factores que han contribuido a ello. Por una parte, el hecho de que las infraestructuras blinden la libre circulación de capital a nivel mundial y que los centros de producción estén cada vez más deslocalizados y más precarizados. Esto ha provocado que esa parte de las ganancias que antes iba a mejorar los medios de producción ahora acabe convirtiéndose en capital especulativo. Otra razón por la que preferir ese camino es la inmediatez con la que se obtienen beneficios a través de la especulación. Actualmente los grandes fondos de inversión están constantemente cotizando en los mercados mundiales las 24 horas del día. Cuando cierra un mercado, van a otro...y si cierran todos, se inventan uno en una isla del Pacífico para que la inversión no pare. Por lo tanto, si para obtener beneficio productivo hay que esperar a que el ciclo se cierre, mientras que especulando se obtienen beneficios al instante, se va a preferir ese camino al otro. 

Ese desequilibrio, además de contribuir a la generación de las crisis capitalistas, hambrunas y guerras, ha redefinido los mecanismos de apropiación de capital. Como podemos suponer, en esta nueva lógica de acumulación capitalista la que peor parada sale es la clase obrera, que se va a ver forzada a rebajar el valor de su fuerza de trabajo, a ceder derechos conquistados en luchas pasadas y a ser cada vez más individualista para así ser más competitivos frente a otros obreros. Un capitalista siempre va a preferir contratar a un obrero no sindicado, trabajando trece horas en un taller, sin cobrar horas extras y en malas condiciones (en el país X) que a un trabajador que exija cobrar horas extras o simplemente lo establecido en el convenio colectivo (en el país Y). El hecho de que la frase anterior sea verdad para cualquier X e Y demuestra que eso de que “el capitalista DA trabajo” en realidad debería escribirse como que el capitalista reparte precariedad. El mecanismo de acumulación que vamos a presentar ahora está relacionado con lo que acabamos de exponer.

El término acumulación por desposesión fue introducido por D. Harvey y está presente en gran parte de sus ensayos. Él mismo lo explica de manera muy concreta tanto en sus podcasts [2] como en sus libros, y aquí solo voy a resumirlo para que contraste con el proceso original de acumulación por apropiación. De hecho, este texto supone casi una traducción de su episodio dedicado a este concepto.

Este nuevo tipo de explotación vive en paralelo con la explotación primitiva anteriormente mencionada. Una de las piezas clave de la supervivencia del  capitalismo actual es la centralización del mismo. Marx dejaba caer más o menos este concepto de centralización entendiéndola como pequeñas apropiaciones de capital que se iban haciendo para ir formando una estructura cada vez más compleja y así acabar dominando el mercado. En la actualidad hay varios ejemplos de empresas en Silicon Valley que han forjado un imperio a través de la apropiación de pequeñas estructuras de capital, ya sea adquiriendo apps o absorbiendo pequeñas empresas. Es decir, existe una manera de acumular capital no basada en la producción sino en la apropiación de los valores (activos) de otros. Para realizar estas operaciones se necesita crédito, liquidez, financiación. Por lo tanto, y como Marx dijo, el sistema crediticio es la herramienta principal para la centralización del capital. ¿Por qué? Pues porque si se corta el flujo de financiación hacia un activo, ese activo se seca y entra en bancarrota. Y este es justo el punto de partida de la acumulación por desposesión.

La manera en la que la acumulación por desposesión trabaja necesita de la complicidad del sistema centralizado del capital. Y esto lo consigue a través de prácticas ilegales, violentas, a través de la usura o del soborno institucional. El objetivo de esto es forzar al propietario de un determinado valor (que es perfectamente rentable si tiene liquidez) a abandonarlo para que la propiedad cambie de manos. Una vez cambia de manos, vuelve a obtener liquidez y de esta manera vuelve a ser rentable. 

En España hay un ejemplo muy muy claro de acumulación por desposesión: el negocio inmobiliario. Grandes empresas con exceso de capital especulativo se dedican a la compra de viviendas. Si un barrio tiene posibilidades de convertirse en una gran zona urbana de lujo con grandes expectativas de negocio, comienza un proceso de gentrificación forzosa. La estrategia es sencilla: ahogar a los propietarios mediante la extorsión para que abandonen las casas. Y esta extorsión se puede hacer de muchas maneras: dese forzar una subida del precio del alquiler hasta eliminar gradualmente servicios públicos. En el momento que el fondo adquiere la vivienda (o el terreno o el activo) vuelve a inyectarse liquidez y es rentable de nuevo. Todo hecho con maneras legales y otras ilegales.

Este mecanismo, como vemos, no es productivo sino especulativo: consiste en devaluar a través de trucos del mercado para después adquirir y luego revalorizar. Y en este negocio entran grandes empresas y fondos. Ahora mismo tengo en mente una conocida marca textil que se dedica precisamente al negocio inmobiliario.

La acumulación por desposesión afecta a otros muchos sectores, principalmente a servicios públicos conquistados por la clase obrera y reconocidos como derechos. Las grandes multinacionales saben que en el desmantelamiento de los servicios públicos hay un gran negocio que puede producir grandes beneficios. Con la complicidad de las estructuras de gobierno liberales (que garantizan mediante la fuerza la estabilidad de la propiedad privada) grandes empresas intervienen y se cuelan dentro de las estructuras de lo público, ya sea a través de donaciones interesadas u ofreciendo algún servicio concreto fuera de lo público. Es el caso que ocurre en la sanidad, la educación o las pensiones. Existen grandes fortunas que están deseando que universidades quiebren o que los hospitales colapsen para apropiarse de esos espacios que son públicos.

En resumen, aunque siempre existió, el hecho de que haya habido un exceso de capital especulativo ha revelado la existencia de otros mecanismos de acumulación diferentes a los procesos originales basados en la apropiación. Más que en el desarrollo industrial están centrados en la redistribución de los valores, de tal manera que siempre hay una clase que se ve despojada de ellos en favor de otra que los va acumulando. Esta parece ser la manera en la que el capitalismo va a evolucionar de cara al futuro. Por lo tanto, aparece otro tipo de lucha a la ya existente: la lucha por la redistribución.
 
   

Referencias

[1] “El Capital. Crítica de la economía política”, K. Marx, Akal (2010) Traducción V. Romano.
[2]  davidharvey.org

Jose Cuenca García

@joseAusOff



miércoles, 5 de junio de 2019

Por que es necesario leer "El Capital"


Después de sufrir las consecuencias de la última crisis económica global, la que comenzó allá por el 2008, son muchos los que han decidido acercarse a los escritos de Marx para intentar comprender la realidad del capitalismo y los mecanismos que usa para seguir expandiéndose sin parar. En particular, muchos han buscado en El Capital las respuestas a muchas de sus preguntas.

De todos los caminos que hay para iniciarse en la aventura que supone leer El Capital creo que la mejor es la que sigue el profesor D. Harvey. Cada año realiza un curso en la universidad en el que analiza y nos enseña a entender esta obra. Los vídeos de las clases están disponibles de manera gratuita en su página web y además están subtitulados en varios idiomas (incluido el español) Complementando estas clases expositivas escribió dos libros para ampliar y resumirlas algo más [1] aportando nuevos enfoques y trozos concretos de textos que facilitan su análisis. 

Es muy fácil caer en la confusión de que toda la visión comunista está explicada en El Capital. Más concretamente no tiene nada que ver con el llamado materialismo dialéctico (o DIAMAT, propuesto por Plejanov). Nada más alejado de la realidad, puesto que en este libro (ni en ninguna obra de Marx) se menciona tal concepto. Ni siquiera se establece ni define lo que se conoce como cosmovisión o concepción del mundo (en realidad fue Engels el que empezó a desarrollar este concepto pensando que completaba la obra de Marx) Tampoco nos vamos a encontrar con un manual de praxis revolucionaria ni tampoco una guía para alcanzar el socialismo.

Podemos decir que El Capital es una explicación sobre cómo funcionan los entresijos del capitalismo a través de la teoría del valor. Y esto se explica en el primer libro de los tres que forman la obra El Capital. Hay que tener en cuenta que Marx solo acabó el primer libro y que fue Engels el que completó los otros dos. En mi modesta opinión, este primer volumen-y mas concretamente el primer capitulo de la obra-es la pieza clave para la comprensión del pensamiento marxista.

La base sobre la que Marx se apoya para construir su filosofía tiene tres patas fundamentales: por una parte, la teoría económica de Adam Smith y Ricardo. Segundo, el pensamiento filosófico alemán, especialmente centrado en Hegel. La tercera pata es el socialismo utópico de Moro, Owen o Fourier. A Marx le molestaba especialmente la visión utópica propuesta por estos pensadores, puesto que proponían una construcción social pero no decían cómo llegar a ella, es decir, no existía un método.

Marx hace uso del método dialéctico para realizar una crítica científica del capitalismo que además explica su dinámica. Nos dice cómo la sociedad burguesa va cambiando de forma para mantener la lógica del flujo de capital. Sin embargo, Marx nunca explicó su método ni escribió un tratado sobre la dialéctica. Lo que sí está claro es que ese método está presente a lo largo de toda la obra y podemos ir captando solo pedazos mientras nos zambullimos en su lectura.

Podríamos preguntarnos por qué tendríamos que leer este libro, si a fin de cuentas vivimos muy bien dentro del capitalismo. Después de leer el primer libro uno se da perfecta cuenta de cuáles son los mecanismos por los cuales los capitalistas acumulan capital a costa de la apropiación del trabajo ajeno. Además, se explica el concepto de dinero como forma de pago así como el salario.

Es por ello por lo que es muy importante volver a El Capital. Conceptos como trabajo, valor de uso-cambio, fetichismo, mercancía o plusvalía son esenciales para entender la lógica del movimiento del capital y su espiral destructiva. Proclaman los abanderados del liberalismo que esos términos son anticuados, viejos o pasados de moda, como si al nombrarlos fuésemos a  retroceder en el tiempo varios siglos. Ya se han encargado ellos de camuflarlos para que la clase obrera se confunda. Sin embargo, siempre estuvieron vigentes, nunca se han ido...y son esenciales para entender cómo derrotar a la explotación capitalista. 

Referencias

[1] “Guía de El Capital de Marx”,  (dos libros) D. Harvey, Akal (2016)
[2] “El orden de El capital”, L. Alegre Zahonero y C. Fernández Liria, Akal (2010)
[3] “El Capital”, K. Marx, Akal (2010) Traducción V. Romano.


Jose Cuenca García
@joseAusOff